La gente que te ignora, o cruza una bonita mirada contigo, o esas llamadas de socorro a gritos silenciosos o los inmensos árboles del paseo de la castellana. Los mares de personas que parecen de hierro y roca, pero que nada más que cruzas dos palabras para situarte en medio del entramado de lineas de metro y callejuelas te responden como si fueras un hermano suyo.
Las salas de un museo que respira vida, un museo de historia que vive en las esculturas tales como Cibeles o Neptuno. Madrid es mágica pues aún en el bullicio, en el sordido ruido de los trenes al frenar, en los rumores demasiado altos, en los mendigos... hay una magia, algo de gracia y mucha deseperacion, pero magia a pesar de todo.
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