Y tomaré en mi mano el universo,
el fuego de mi alma encenderá
la nada en un suspiro de aguardiente.
Entonces nos encontraremos frente
a frente, donde nuestro hondo sigilo,
la oscuridad vacía, se sentará
junto al candil empurpurado
en sangre.
Daremos cuenta de la inconsistencia
de las palabras, que al declamarlas
se fueron, derrotadas en silencio.
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