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sábado, 23 de enero de 2010

La palabra


Coplas a la palabra

Nuestra palabra erige
la fortaleza del viento.
Arrastra aquello que encuentra
con el poder de su fuego

Fugaz como el esplendor,
nuestra palabra es victoria.
Fragancia a veces eterna,
eterna como la gloria.

viernes, 22 de enero de 2010

Pavel Florenskij, un hombre admirable.



Su vida transcurrió en un salto fundamental en la patria Rusa. La estructura estatal zarista, vieja y chirriante se convirtió en un todopoderoso Estado de tremenda eficacia represiva. A pesar de todo este tumulto histórico que se originó en su país, consiguió abrir a duras penas grandes vías para los posteriores artistas, para el humanismo cristiano, la teología ortodoxa y católica... Florenskij tuvo que hacer frente a un creciente nihilismo que había penetrado en Rusia, además de una visión del arte desfigurada y a multitud de problemas que según su parecer se derivaban de la metafísica abstracta y su concepción tanto en el arte como en la religión.

Todo esto y mucho más ha sido recogido en un interesante número monográfico de la revista Númenor. El tomo 22 contempla tres facetas importantísimas dentro de este peculiar intelectual ruso: Florenskij como pensador, místico y mártir. Además ahonda en cuestiones donde el padre ortodoxo habla de la filosofía del lenguaje, del arte... todo ello alumbrado con una perspectiva cristiana y desde un punto de vista de acuerdo con lo que el llamaba realismo eclesial y metafísica concreta.

Recomiendo su lectura a cualquiera, y sobre todo a aquellos que como yo les apasiona la literatura rusa y somos completamente unos aficionados.

Filósofos (1917), pintura de Mijaíl Nésterov en la que representa a Florenski (de blanco y con bastón) junto a Sergéi Bulgákov.

sábado, 16 de enero de 2010

"La Madre" de Máximo Gorki



Máximo Gorki es un brillante escritor ruso que destaca por su claridad, su cercanía y su capacidad de influencia en sus novelas. Es resaltable de su vida la desenvoltura que tuvo en el régimen socialista de la URSS y en el desarrollo del realismo socialista que se impuso por decreto de Stalin en el panorama literario de la Rusia comunista. Es cierto, que ser en cierta forma el impulsor de semejante barbarie cultural no afama precisamente a un humanista, sin embargo, cuando pude acceder a un libro titulado "Los archivos literarios del KGB" escrito por Vitali Shentalinski, comprendí hasta donde el despotismo estalinista había llegado con su sistema de represión. Confieso que no me acuerdo muy bien de su situación en el libro, aunque lo ubico en los últimos capítulos del informe. Compartí la expectación que el autor de dicha publicación tuvo, al comprender que el máximo literato soviético había sido puesto bajo las tácticas autoritarias del socialismo en un solo país. Esto se reveló en la famosa Glanost que promovió el joven Mijail Gorbachov, pero no es un hecho que se resalte demasiado, siendo el epicentro y demostración de la vileza de la afamada dictadura del proletariado. Es reseñable, también, la multitud de cartas que él mandó a Stalin pidiendo la libertad de publicación en la patria rusa. La cara que mediante sus retratos, en las escuelas y universidades comunistas, intentó el régimen destilar de su vida, oculta su etapa de complicidad con sus compañeros aprisionados.

Dejando claro la integridad del escritor hoy nos ocupa, me gustaría recomendaros un libro de este: La Madre. Un libro que pertenece a ese mundo oscuro de propaganda de las novelas del realismo soviético, pero que supura terneza e inconformismo por cada letra. El relato se sitúa alrededor de una madre que apoya a su hijo, joven destacado en la resistencia socialista, en la conquista de la justicia social y la abolición de las clases en la Rusia Zarista. Es cierto que la novela peca de excesiva simpleza, alejándose de la dinámica chejoviana de alzar al hombre por encima de prejuicios humanos. Trata al empresario, a los gendarmes, a los jueces y a las autoridades de la Autocracia Rusa con especial oscuridad, no teniendo en cuenta sus esquemas mentales, sus personalidades, sus problemas... Sin embargo, a pesar de estos graves defectos, es también muy reseñable y muy tierno como describe la personalidad de la madre. Todo esto además se ve conjugado con una tierna y conmovedora descripción del desarrollo de esta lucha por parte del Partido Socialdemócrata Obrero (Antes de la ruptura de los bolcheviques y los mencheviques). Es cierto que no es su novela más brillante, ni muestra la realidad, pues debemos contar con el contenido propagandístico de esta obra. Para mí ha sido un placer leerla debido a la maleable pluma que tiene el escritor ruso al reflejar ambientes. Comprendiendo el fatalismo que comete en el desarrollo de la novela y disfrutando de sus aspectos positivos, invito a aquellos que conozcan la barbarie comunista, que la lean para empaparse en otra visión menos objetiva, pero llena de sentimiento de los preámbulos de la Revolución Rusa.

domingo, 10 de enero de 2010

La televisión: El opio del pueblo


Acabo de apagar la televisión entre un improperio de insultos por la ignorancia, la demagogia, el hedonismo irresponsable, la cultura de la muerte que se está promoviendo desde un programa donde habitualmente se hacen debates políticos. En la mesa de discusión se encontraban los habituales: Enric Sopena, Pilar Rahola, Isabel Durán y Alfonso Rojo. Periodistas renombrados en las dos Españas. El tema del debate se situaba en torno al aborto. Como ya sabréis, como católico rechazo firmemente este fenómeno debido a su inmoralidad. Respeto a sus postuladores, solo hay que decir que la mayoría de mis conocidos están a favor del IVE, sin embargo hay algo que me exaspera: la demagogia, la ignorancia y la manipulación.

En primer lugar creo que para que haya un debate constructivo es necesario un público respetuoso que no estalle en aplausos ni abucheos. Es necesario también unos colaboradores expertos en la materia y no sentimentalismos varios ni periodistas sectarios ni "intelectualillos de tres al cuarto". No es que no respete a la opinión del director de "El Plural" o al director del "Periodista Digital", pero que pueden aportar comunicadores de prestigio a un debate en el que los argumentos deben estribar en los principios de la ética y la metafísica y la biología. También es cierto que en esta España no hay más que estereotipos sociales que no permiten ver con claridad los argumentos. Se han relacionado verdaderos problemas sociales con Zapatero, Rajoy, la Iglesia, la izquierda, la derecha, el Opus Dei o los Masones.

Soy católico, podría decirse incluso que conservador, pero me preocupa que en estos debates en el que se cuestionan verdaderos problemas como es la vida de 33.000 vidas humanas, pueda utilizarse a unos estandartes de la izquierda más sectaria y menos respetuosa con la vida que con el placer, o con aquellos estandartes de la derecha que se han aferrado a la Iglesia más política. No necesita el pueblo una moralina aburrida ni un manifiesto de muerte, sino argumentos. El reino de la verdad es apabullante y ningún hombre, ninguna mujer puede resistirse a su imparable consecuencia: la felicidad.

Lo que necesita la sociedad española son verdaderos filósofos, verdaderos políticos y verdaderos debates. Estas soluciones levantarían España, levantarían Europa y levantarían el mundo, eso sí mientras no halla no filósofos como Savater*, políticos como Bibiana Aída y debates como los de la Noria. Si continúan así el panorama social de España, esta tendrá un futuro muy negro.

* Digo Savater porqué es curioso que un libro tan famoso como es su "Ética a Amador", esté prácticamente calcada a la "Ética a Nicómaco" de Aristóteles.

viernes, 8 de enero de 2010

El arbol y el castillo.

Aquella noche se escuchaba un extraño murmullo. Un murmullo de viento que agitaba a los arboles en una danza arcana. La luna iluminaba a retazos la oscuridad del sueño de Morfeo. La hierba, exhausta, dormía plácida, acurrucada al sueño templado de verano. Se notaba la caricia de una brisa. El calor empezaba a retirarse, con cautela de aquella selva de viento, negrura y suspiro. El cielo, salpicado por algunas estrellas, se mostraba claro, aunque amarillento por las luciérnagas de hierro que en el horizonte se encendían con fervor en la ciudad.

En medio de aquella maraña de terror durmiente, brotaban coches que atrevían a rasgar el riguroso luto de los búhos. Sus faros se disolvían en la furia contenida del descaro. A veces se paraban en el arcén, se bajaban algunas siluetas imperceptibles en la inmensidad de aquellas colinas, y con premura, se perdían en un pueblo cercano, que acompañaba en la oscuridad a las mansas lágrimas de aquel desierto de sombras.

La aldea solo se percibía por los visillos de las ventanas, que traslucían el fulgor tímido de las lámparas. Nadie había en las puertas a pesar de haber anochecido pocos minutos antes de aquella congoja. Parecía que un terror ardiente recorría el exterior del singular poblado, un temor infundado por la noche, por la serena noche que habitaba entre los pliegues de tierra, el olor del follaje amontonado y aquel estrepitoso silencio.

Sobresalía de aquel tumulto de tejados y casas un castillo de aspecto soñoliento, imperturbable. Desprendía dulzura por las rendijas que la piedra desgastada había abierto entre los muros. Se hacía ver escuálido, enfermo y solitario. Postrado en lo alto de un leve montículo de tierra, solo estaba acompañado por un imponente árbol, de gruesas ramas y tronco. Parecía que la suave caricia de la brisa, se tornaba entre sus hojas, violenta. La danza se convertía en un vertiginoso sacudir de hojas al vuelo.

Tanto misterio acompañaba a aquellas esquinas, que cuando el agitar de aquel vendaval improvisado hubo parado, se escuchaban sollozos entrecortados tras las paredes blancas de los hogares apiñados en torno a la fortaleza. Entre aquel enigma no me extrañó un llanto tan desamparado, incluso aclaró la presión tan dolorosa que se acrecentaba con mis pasos y aquella atmosfera pura pero mortecina.

miércoles, 6 de enero de 2010

Epifanía del Señor.



Duermen los niños en la noche. Se escuchan sus gemidos, sus pechos al respirar, se escuchan los movimientos de los pequeños que no pueden dormir. Tras la estela de Morfeo, surgen los sueños. En la lejanía se observa la diligencia de tres camellos con su carga. Tres Reyes ataviados con suaves mantos de armiño cabalgan por el frío desierto de Judea. Siguen el resplandor de una luz tenue en el cielo. Una estrella de misterios en la noche fría de invierno.

Se oyen los gemidos de un niño provenientes de Belem. Dios con sus ojos enjuagados en lágrimas los mira con ternura. El niño de Belem recibe oro como Rey, incienso como Dios y mirra pues la muerte se acerca a su carne cada minuto. Mirra pues ha de recordar que viene para consumar el sacrificio más santo y puro de la historia. Desde entonces quedamos atados a Jesús, y tan fuerte la atadura nos retuvo, que cada aniversario de su nacimiento oro, incienso y mirra nos recuerdan en clave de presentes y banalidad lo fugaz de nuestra vida. Somos sacerdotes, reyes y hombres, demasiado hombres pues hemos de morir para vivir eternamente, el precio del pecado y del hermanamiento con Jesús.

P.S. Adoración de los Magos
GIOTTO (Capilla de la Arena - PADUA - ITALIA - Siglo XIV)

domingo, 3 de enero de 2010

Presente y futuro.


"Mi oficio es escribir , y lo se bien y desde hace mucho tiempo
". Así comienza Natalia Ginzburg en uno de los capítulos más destacasos de Pequeñas Virtudes. Yo también he descubierto que este noble mundo es mi oficio. No sé si trabajaré de basurero o de periodista o de filosofo, pero se muy bien que mi presente y mi futuro se escribirá en clave literaria.

sábado, 2 de enero de 2010

Diario de un espíritu encarnado (V)


El cielo estaba encapotado. Destilaba melancolía tras su manto de frío y otoño. Los árboles se mecían en un sinuoso baile de primavera perdida. Las miradas se perdían en el latir cansado del gris callejero que dormía en las esquinas.

Se despertaba enero con el ulular del viento, de un viento que acariciaba la tierra con sus etéreas manos de fuego helado. Resonaban los pasos, resonaba el dormitar del ruido en los oídos, resonaba el estruendo del silencio en la mañana.

En medio de aquella sencillez y silencio brotaba la estridencia del cemento y el retumbar sórdido de los altavoces. Un centro comercial cuyo agitar, desmembraba con fugacidad la hermosura de la soledad hiriente. Personas que subían y bajaban las escaleras, personas que compraban, personas y muchas bolsas amontonadas en carros y en las manos. Lucían en ellas emblemas diversos, símbolos y colores cual menos exótico me sorprendía. A pesar de todo se oía todavía el discurrir de las hojas al caerse, los pasos silenciosos de los ángeles de aire, se oía hasta el último detalle de la vida y la muerte en el grisáceo lienzo que dormitaba.

Y es que el voluptuoso sonido de las voces se tornaba como un mazo y más los rostros demacrados de la tristeza de ignorarlo todo reflejado en sus pómulos risueños, en sus ojos enmarañados y en sus comisuras de rojo y carmín. Caminaban con soltura y sin embargo una vejez de aspecto moribundo se agolpaba en su olor de hollín y carbón quemado.

Sensiblería adolescente y generalidad, lo que hay tras mis palabras, pero me imagino que algunas palabras serán ciertas. Aunque en el cauce humano de las avenidas no solo se agolpaba la pesadilla juvenil de la ignorancia y la incomprensión. Dormitaba en las expresiones, en las caras, en los hombres y en sus rostros la sangre de vidas diferentes, vidas que se alejaban de la corteza de la piel y sus engaños.

Generalizar es fácil, es muy fácil pensar que el mundo se derrumba en una utopía que se ha tornado desesperación, es fácil llorar por algo que importa muy poco… Hoy lamento su ignorancia, y lamento la mía y lamento todas las lágrimas del mundo. Lamento la oscuridad que se sopesa en todo lo sensible. Podredumbre tras los sauces dolorosos. Alguien dijo una vez que la oscuridad es más espesa antes del resplandor, esperemos que sea así pues si no, nos quedará la vida en el silencio, en la ceguera más profunda, en la ignorancia más desalentadora, en la soledad del hombre con el hombre, en el anhelo que muere en el silencio como latigazo del dolor.

Lienzo: El puento de Zolotukhin Ilya

Lo siento...

*I amar prestar aen (El Mundo ha cambiado)
Han mathon ne nen (Lo siento en el agua)
Han mathon ne chae (Lo siento en la tierra)
A han noston ned gwilith (Lo huelo en el aire)