¿Qué la muerte arroja un halo de esperanza? ¿Qué la vida eterna se encuentra tras ese umbral de dolor y sufrimiento? Uno, que tiene fe en Dios y en la vida en el más allá, siempre habla de la muerte de forma impersonal. Pero también se da cuenta que esta sacude de forma demasiado brusca a los seres humanos. ¿Que la muerte es un regalo? Quien diga eso sin lágrimas en sus ojos, que calle, pues en nada conoce el poder desmoralizador de la muerte. Ojala Dios pudiera haberse tragado su regalo. Ojalá Satán no hubiera envilecido nuestra visión de este hermoso presente. Ojalá Eva no hubiera probado aquella manzana maldita. Ojalá no hubiéramos nacido, no por morir, que es un evento ineludible, sino por la incertidumbre que supone saber que la muerte está presente y se lleva a las personas queridas sin saber a dónde las dirige. Maldito conocimiento de lo absurdo.
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