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viernes, 16 de abril de 2010



Barry Lyndon es una película que me ha dejado totalmente fascinado. Seguramente muchos de vosotros la habréis visto, lo que no añade ningún interés al mero hecho de leer esta entrada, sin embargo y de modo muy especial me dirijo a aquellos que por desgracia no han podido contemplar magnífico largometraje. 

De como llegué a ella

Los avatares del destino me han abocado a que en la baja por paternidad de mi profesor de Inglés, un sustituto haya llegado a nuestra clase, la peor de 1º de Bachillerato (por eso de las letras) y que me haya descubierto esta magnífica historia.Todo fue a raíz de un examen que hacía el papel de uno de selectividad. La composición, de 100 palabras obligadas, me ha ayudado a que Don Miguel Ángel, me calificara de romántico en sus pensamientos y descubriera las hazañas de Redmond Barry a mi persona. 

Y es que pienso que no me lo merezco, por lo menos viniendo de un profesor como él, que hasta él último día de su trabajo como sustituto, ha sufrido el fatal comportamiento de todos los alumnos -incluyéndome a mí- a excepción de tres o cuatro chavales.  Por ello, en reconocimiento por su entrañable labor le dedico esta entrada en mi blog. Se lo merece desde luego

De como me cautivo la película

La vida de un hombre tan entrañable, tan humano, tan de carne pasional y de espíritu intrépido me recuerda la vida humana, contextualizada en todo período histórico de modo universal, aunque de manera muy especial en el irracionalista s.XIX. El amor desenfrenado, pero fácil de olvidar, el deseo de bien que se extingue junto a las malas compañías, la infidelidad, el sufrimiento que produce un hombre en una mujer de la que no siente amor alguno... todo ello llegó a mi corazón como una llama de recuerdos. 

Pocas películas me hacen levitar de tal modo. El Padrino, Eisenstein con su Revolución de Octubre y el Acorazado Potemkim, Barry Lyndon... La razón es sencilla, pues aún en sus ficciones tratan de lo humano, de aquello que convulsiona al hombre en todas las eras. Las películas de ahora -o por lo menos el cine occidental- son de ritmo rápido, con multitud de estereotipos... Sin embargo los clásicos son las películas que cual sea el lugar y tiempos donde y cuando las miras, penetran en la humanidad, la desglosan, la abren al corazón humano de manera extraordinaria.

Es cierto que ideológicamente me guío por principios especulativos, racionales, en la odisea, como pasión intelectual, de encontrar en la filosofía la primera verdad. Sin embargo hoy entiendo aquella frase de Blaise Pascal que enuncia: "El corazón tiene razones que la razón ignora"  Y es que el imperativo del sentimiento me revela que en cierto modo soy equilibrado, pero el arrojo de los personajes clásicos, tanto en la literatura como en el cine, su valor, su humildad, su mesura, me llaman, como vocación, a ser un hombre universal, un hombre viejo, un hombre de siempre, asentado en aquellos valores que definen al hombre y no en aquellos que definen a uno nuevo, de crueldad inconsumerable: el anti-hombre, que es la principal forma de ver al ser humano en los totalitarismos. Los clásicos humanizan, la mala literatura y el cine descarnan el fundamento de los hombres. Por primera vez, y tras la visión de esta película, tengo muy claro esta idea.

2 comentarios:

Merl dijo...

estoy de acuerdo contigo....y deseando ver esta peli!
un abrazo

Máximo Silencio dijo...

Te encantará desde luego.

Un Abrazo

Lo siento...

*I amar prestar aen (El Mundo ha cambiado)
Han mathon ne nen (Lo siento en el agua)
Han mathon ne chae (Lo siento en la tierra)
A han noston ned gwilith (Lo huelo en el aire)