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sábado, 30 de octubre de 2010

Otoño


Paisaje otoñal con árboles
Vincent Van Goth

Tras dos semanas de absoluto apocamiento poético, he resurgido de mis cenizas con un humilde curso de mecanografía y el otoño a mis espaldas. Su textura húmeda, su grito aterciopelado, su mal humor, su magia mundana, su extraordinaria cotidianidad, su infinita vejez... Con la lluvia, el otoño ha vuelto a mi vida con su áspero carácter. Y lo temo y lo amo y lo odio y lo aprecio... porque aunque el convoque siempre de su seno la profunda nostalgia, se muy bien que no puedo vivir sin esa angustia, pues yo he nacido en ella, ella me ha educado, ella me ha acogido y ella me ha consolado.

Bendito otoño de hojas amarillas y de semblante serio. Bendito amigo que cada año, tras su viaje al sur profundo, siempre vuelve con amores nuevos, con renovado mal agüero y amistad dañina. 

viernes, 15 de octubre de 2010

La voz de un profeta pagano.

Enseñar a necios es como pegar tiestos rotos;
hablar a quien no escucha,
como despertar a alguien de un sueño profundo.
Quien razona con un necio razona con uno dormido;
al terminar le dirá: "¿Qué pasa?"
Por un difunto, llora, pues le falta la luz;
por un necio, llora, pues le falta la inteligencia.
Por un muerto, llora con mesura, pues ya descansó,
pero peor que la muerte es la vida del necio.
El luto por un difunto son siete días,
pero por un necio e impío, todos los días de su vida.
No hables demasiado con un necio,
ni andes en compañía de un insensato.
Guárdate de él, para no tener disgustos,
y no te manchará al rozarle.
Aléjate de él y hallarás descanso,
y no te aburrirá su necedad.
¿Hay algo más pesado que el plomo?
¿Cuál es su nombre, sino "el necio"?
Arena, sal y bola de hierro son más fáciles de llevar...


...................[Eclesiástico 22, 7-18]


Habitualmente encuentro algún poema o algún detalle que me llama la atención en Rayos y Truenos. Esta vez, ha sido unos versos del Eclesiástico, que al leerlos me han conmocionado. Por una parte me han producido intenso placer leerlos, sobre todo por la soberbia propia de aquel que se considera que posee verdades innegables; y por otra parte he sentido miedo, terror a ser como el necio que describe. Pero no es demasiado relevante como me sienta yo, o si debo hacer examen de conciencia respecto a mi actitud interior. Me ha llamado la atención sobre todo, porque cada vez que leo a Platón, en esos primeros diálogos  de juventud, me parece que lo que cita de su maestro Sócrates refleja verdadera inspiración de Apolo, de ese Dios de rectitud que le encomendó destruir la rigidez del dogmático y la flexible cobardía del sofista. 

Y en mis cavilaciones desesperadas, extrañas y que rozan el límite de lo absurdo, me pregunto si esa «voz profética dentro de mí, proveniente de un poder superior» fuera realmente la voz de nuestra cultura cristiana. Suenan de tal modo las convicciones de este filósofo, que me invita a plantearme si puede haberse visto influido por la inspiración divina. Porque si atendemos al profundo sentido de la necedad, que da el poema citado al comienzo, daremos cuenta que habla con el mismo tono que cuando se sucedían las condenas de Sócrates a la ignoracia. Recordemos, tal y como, de forma negativa, analizó Nietzsche, Sócrates supuso el síntoma de cambio cultural, de paso a la vida mesurada, al abrazo de nuestra historia humana particular con el poder de la moderación, de la templanza.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Siempre clásico, siempre antiguo

Ciertamente, se podría decir de mí que soy gran partidario de Jorge Manrique. Siempre, como un extraño sendero obligado por mi corazón, he tenido admiración por lo pasado. Mis chalecos de cuando niño; los zapatos gastados que compre hace dos años; la maleta de hace tres cursos; Frank Sinatra y la música clásica; mi amor al ideal medieval; mi amor al mundo griego, tanto artístico y filosófico como vital... Y tengo 17 años.

Y ya expliqué, porque profeso tanto odio a esta modernidad en aquella entrada "El Monstruo de la Edad Contemporánea" Sin embargo, la cuestión va mucho más allá. Temo al futuro. Lo temo profundamente. Y no me aterra por mí, por mi devenir en el breve lapso temporal que me pertenece en esta larga línea del tiempo, sino por el futuro de la cultura. Soy el prototipo del conservador radical, lo sé, porque no defiendo los valores de nuestro antepasados, sino que defiendo la totalidad del cosmos clásico. Y en este descorazonador sentimiento hay también un poco de soberbia y desconfianza.

Mi ser está profundamente dividido entre mi razón, que aboga por avanzar junto al mundo, y mi mundo sensible, que me pide, me ruega profundamente que no deje de amar a nuestro pasado. Y ese mundo interior envidia, se ha vuelto malhumorado contra los adultos, los mayores, los libros de historia... porque ellos, con derecho o sin él, han vivido aquellos tiempos sagrados para mí. 


¡Maldito tiempo que pasa. Maldita eternidad que no llega!

martes, 12 de octubre de 2010

La nación inexistente



La libertad guiando al pueblo
Eugène Delacroix

La definición más extendida de lo que es una nación, nos dice que es una comunión de personas con una misma cultura, lengua, tradición, historia y misma forma de concebir el derecho y la organización de la sociedad, por lo menos en unos mínimos. Entendiendo el contexto de donde surge, que es los influjos ilustrados de la Francia Revolucionaria, hemos de darnos cuenta de algunas ideas:

La nación es un invento ilustrado. ¿Existe nación? ¿Las personas nos sentimos naturalmente unidas por una lengua, una cultura, una tradición? ¿Es la cultura un instrumento de unión? Me da la impresión, que el concepto nación es extrapolar el sentido de la patria al hombre. La patria, como poso cultural, como legado tanto material como intelectual, sirve al hombre en la vida en sociedad para que siga, en cierto modo, la tradición de sus antepasados. La nación es, sin embargo, la abstracción de la patria, la utilización que hace el hombre de su cultura en beneficio suyo y del pueblo. En definitiva, el respeto a la patria supone el respeto a nuestro pasado. El respeto a la nación supone la utilización de nuestro pasado para conquistar nuestro futuro.

Por ello considero que el poder del nacionalismo es ilegítimo, una forma de dominación y alienación (y lo digo así aunque suene marxista). No existe una comunidad unida por una cultura común, más bien, una sociedad unida en una cultura común, en las relaciones interpersonales que se desarrollan dentro de unos patrones que nos permiten trabajar juntos. Por ello, en este siglo XXI, no podemos entender la idea España como una, porque aquellos que pretenden hacer de España una nación, obtendrán arena, pero aquellos que pretendan hacer de ella una patria encontrarán un pasado, un presente y un futuro que, además de no excluir a otras comunidades y culturas, las integra.


Escudo del Reino de España
de la rama de Anjou


Pero claro, de esto no entendemos nosotros demasiado. Una política de fueros, de leyes respetuosas con las costumbres, habría solucionado tanto separatismo y odio entre hermanos. No hubiera habido tantas guerras civiles. Pero claro, Felipe de Anjou, Pepe Botella, Argüelles, Jovellanos, Riego y compañía tuvieron que estropearlo todo. Cosas propias de españoles.


domingo, 10 de octubre de 2010

La osadía de corregir a Santo Tomás de Aquino.

Leyendo "Introducción a la Filosofía" de Mariano Artigas, un sacerdote filósofo muerto hace relativamente poco tiempo, me encontré con una afirmación que hacía suya y que provenía del mismo Santo Tomás. Y no es que yo pretenda hacerle frente a este filósofo, subido a los hombros de Aristóteles, pero me hizo pensar.
El arte "es un conocimiento que tiene cierta universalidad, y que, en este sentido está por encima de la simple experiencia, surgida de los casos concretos: por el arte , se sabe el porqué (...) Por encima del arte está la ciencia, que es el conocimiento por sus causas de algo que no es inmediatamente evidente: supone pues, un razonamiento por el que se pasa de unos conocimientos a otros mediante el uso de la lógica"(1)

Reconozco mis amplias limitaciones respecto a la filosofía y que espero paliar con los futuros años de mi dedicación a esta, pero no sé porqué, a lo mejor porque escribo poesía o porque la leo con más cuidado que cuando la escribo, pero la respuesta de este sabio y de su referencia tomista no me convence. 

Puede, y con razón, que se me pueda calificar nietzscheano aunque me parezca no llego a esos extremos, ya que en mi mente se ha asentado el firme argumento de que la literatura, el arte... tal y como decía el filósofo alemán, poseen mucha más sustancia y oportunidad de conocer que la pura y recta razón.  Pensar, cavilar, deducir... son actividades en las que el filósofo se siente en su terreno: el pensamiento; donde puede modelar la idea de la realidad. Sin embargo, es en la vida donde todo discurre de distinta manera, donde todo se presenta como peligroso y donde también reside la bondad, Dios y todas las realidades fotografiadas para el pensamiento.


En cierto modo, aunque la filosofía y la vida son necesarias, el arte no está supeditado a ellas. Más aún, me parece, tengo la extraña convicción, de que en el terreno donde el mundo de la razón y el impulso que recorre nuestra cotidianidad se funden, surge el arte, como fusión misteriosa entre aquello que pensamos y aquello que vivimos, aquello que nos conduce a la verdad racional y a la verdad de los sentidos.


(1)ARTIGAS, Mariano: Introducción a la Filosofía. EUNSA, Editado e impreso en España; 18

sábado, 9 de octubre de 2010

Poesía, Política y Filosofía

Los que me conocéis, sabéis muy bien como me atrae la política. Me encanta la lucha por el poder responsable, la batalla por lograr políticos que sean honrados... Sin embargo, no solo no me satisface pensar en ella, sino que me "duele" (literalmente lo digo) hablar de política. El alma, tras las largas conversaciones con mi razón y mis sentimientos, se agota. No puede sentirse a gusto en un mundo donde el problema político parece tan sencillo y sin embargo toma una complejidad cargante, anti poética, anti filosófica, deshumanizada.





Hablamos de Zapatero, Rajoy, Llamazares, Rosa Díez, Franco... y toda la cohorte de políticos que ha habido y quedan por haber, y sin embargo, o por lo menos yo lo noto así, intuyo que todo en el poder se convierte en una broma de mal gusto, en una tomadura de pelo que llega a ser pesada. En cierto modo, cuando me pongo a contemplar un cuadro de arte contemporáneo, veo ciertamente el mismo tipo de engaño (¡Cuidado! No todo el arte contemporáneo es malo y engañoso, permítanme generalizar). 

Cuando vemos una cuerda colgada del techo y nos proclaman que eso es un arte cool, moderno, con un sentimentalismo que refleja la angustia del artista... pensamos para nuestros adentros que todo eso es una nube de evasivas sin fundamentos a una realidad sencilla y simple. El arte está no solo para el que lo hace, sino para el que lo ve, y si el que lo contempla se queda a ciegas completamente, juzgo, seguramente mal, que no es arte, es un intento de sentimentalismo, poesía barata. La política, en estos últimos tiempos se comporta igual. Nos han presentado una cuerda que asoma progreso, catástrofe, cambio climático, matrimonio homosexual, igualdad entre hombres y mujeres, dignidad humana... Realidad respetables, algunas deleznables, otras dignas de defensa, pero en el contexto en el que se presentan, muestran la simple evasiva. Y no me refiero a que los políticos quieran amasar el poder, que es claro, sino que en todas esas ambiciones, despechos y verdaderas intenciones no hay significado. El hombre en cierto modo ha perdido no solo el sentido de su vida, sino la definición de sí mismo.

Me duele el alma por ello, y lo intento, intento reanimar mi definición, mi palabra, mi adjetivo vital, y no lo encuentro. Y busco en la poesía, y en la verdad universal de la filosofía... Y no encuentro la sintaxis de mi alma. 

domingo, 3 de octubre de 2010

...Maldita poesía...

Crisol que se refleja en los árboles,
la bruma, que se asienta en nuestras calles,
la historia que nos cuenta nuestro pasado.

Lo nombro y no me  importa nada...

Lo siento...

*I amar prestar aen (El Mundo ha cambiado)
Han mathon ne nen (Lo siento en el agua)
Han mathon ne chae (Lo siento en la tierra)
A han noston ned gwilith (Lo huelo en el aire)