
Noche en el mar
Concepción Zárate
Tu y yo:
El deseo
de existir en
el latido
de la noche
sin descanso.
Homo sum et nihil humanum a me alienum puto....Hombre soy; nada de lo humano me es ajeno
1. Si nuestra sociedad se basa en la libertad y en una dignidad humana cuya base está reflejada solamente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la Constitución Española de turno (sea la de 1812, 1845, 1856 o 1978) que a fin de cuentas son meros documentos pactados, no se ofrece ninguna garantía a la sociedad ni al individuo de que su vida y sus libertades posean el valor que la ideología liberal presume. Tiene tanto valor como la mayoría, los gobiernos... crean que lo tienen.
El liberalismo es eso: aconfesionalidad, destierro del pensamiento religioso y metafísico, destrucción de la ley natural... que es la única garantía que ofrece al ser humano seguridad. El Estado liberal ha desterrado de su poder a la influencia religiosa y ha creído que puede defender causas nobles sin un fundamento sobrenatural y eterno. Posiblemente sea así porque piensa que la recta razón está libre del furor popular, de la pasión humana... pero se equivoca flagrantemente.
2. ¿Cómo se puede intentar cambiar una sociedad devolviendo las competencias al ciudadano, si las estructuras que las debían mantener han sido absorbidas, no solo administrativamente, sino moralmente por el ansia de dominación estatal? El municipio, la comarca, la región, se han convertido, en el caso de España, en un profundo engañabobos social en el que sus competencias son meras concesiones, no asimetrías legales que permitan al ciudadano, según su circunstancia concreta hacer frente a esa libertad-derecho-deber universal que se encarna en la ley natural.
3. Que es la libertad sin justicia, y que es la justicia sin ley firme, y que es la ley firme sin fundamento, y que es el fundamento sin sustancia. El liberalismo basa su ideología en la libertad, y esta en la justicia, pero ¿en el liberalismo existe una ley firme? No, porque al desterrar de su centro a Dios, a la ley natural, ha destruido toda sustancia eterna de la ley, reduciendo el fundamento a la doxa u opinión, que creamos o no lo creamos, cambia inevitablemente por la historia, porque la suma razón ni es poderosa, ni es inmune. En definitiva, el liberalismo pende de un hilo, de un hilo lleno de buenas intenciones que son susceptibles del cambio por las modas, las necesidades y múltiples excusas que hacen inestable la justicia, que como dijo Platón, es lo fundamental para la construcción de una sociedad que merezca la pena.