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sábado, 7 de mayo de 2011

España ha muerto y la hemos matado nosotros


Quiero hacer un breve y ameno diagnóstico de la enfermedad que aqueja a España en el ámbito profundo de su ser. Para ello os propongo un modo esquemático de mirar a nuestra patria y observar porque hoy sentirse españoles es un desvarío romántico y que ha perdido sentido. Allá van las razones polémicas de nuestro descalabro:

1. España ha claudicado en la defensa de las tradiciones. 

Las revoluciones en España han expoliado profundamente las creencias del pueblo español, que nos dan identidad. Los reyes católicos unieron nuestro país en santo matrimonio por la unión de los reinos constituyentes en la unidad de fe, para Dios y para el hombre. Sin la religión católica, las proclamas nacionalistas, que tienen mucho mayor fundamento histórico, poseen poder de decir y poner sobre la mesa la necesidad de independencia y autodeterminación.

2. España ha erigido su legitimidad institucional en un acuerdo legal renunciando al derecho tradicional que asistía a los reyes gobernantes.

Las constituciones de 1812, de 1837, de 1845, de 1869, de 1931 y de 1978, ha erigido el poder del rey, de las cortes, del ciudadano en un documento. Hoy, yo soy libre porque lo dice una ley, o Juan Carlos I de España es rey porque lo proclama la constitución. Carlos I de España fue rey por el derecho natural que asiste a las Españas, y el ciudadano es libre por el derecho natural que asiste a las Españas. Ese derecho tradicional, escrito en parte, en otros casos imbuido en las conciencias, proviene de la tradición católica. La abolición de nuestros principios cristianos y la paganización de nuestra vida, ha obligado a someternos a papeles y revoluciones.

3. El enfrentamiento entre lo unitario y lo plural como insalvable, cuando siempre ha habido soluciones en las arcas de la tradición, viables a todos los intereses.

Negar que Cataluña tiene una identidad propia, que Aragón merece el reconocimiento nacional que se le debe, que Valencia fue un reino decisivo en la formación de España... es un absurdo. El ciudadano catalán, según lo que nos aporta la historia, puede ser miembro fiel del pueblo del que procede y súbdito leal de la intención conjunta de las Españas. Independentismo y unitarismo es una lucha absurda. 

4. El deslumbramiento de las ideas extrajeras y paganas en la población española.

Desde Falange con su ideal pseudopagano de la nación (con sus diferentes versiones nacionalistoides) hasta el socialismo con su afán gregario de conseguir logros en la lucha por el trabajador, el español se ha visto cautivado por la necesidad de amar algo ante su desarraigado corazón patriota. Hoy el Partido Popular y el Partido Socialista orquestan esta broma (con cierta mayor dosis de afán cómico) de las dos Españas que son en esencia las dos paganas. 

5. La poca decencia del material político de nuestra patria.

Políticos con pocas soluciones, además de ser nefastas. Descalabro económico a ratos. Corrupción creciente. Desencanto ante la pasividad de los políticos. Promesas incumplidas. La política estatal se ha convertido en un chiringuito nacional. Un bar regentado por mafiosos sedientos de poder.

6. La entrega de nuestras competencias a una Europa elitista y sin sentido del derecho a elegir del ciudadano.

La entrega de nuestras absurdas, pero nuestras, competencias nacionales a los tecnócratas europeos que buscan el progreso económico y que niegan toda realidad religiosa al margen de la realidad farisaicas de sus convenciones, de sus asambleas...

En definitiva. ¿Qué es España sin sus tradiciones, sin sus leyes arcanas, sin sus soluciones, sin aceptar su idiosincrasia, sus problemas, su naturaleza? Nada, ¡un sueño romántico!

2 comentarios:

Alonso de Blanco dijo...

Sin embargo, moriremos defendiéndola. Los últimos leales lucharemos para intentar salvarla de la destrucción.

¿Cómo la salvamos? Cada uno desde nuestras posiciones, los filósofos con la filosofía, el panadero haciendo panes y el soldado luchando cada día por España.

Hace unos días me dijo un buen político: "Yo no me acuesto cada día sin haber hecho algo por España". Sigamos su ejemplo y ¡al toro!

Máximo Silencio dijo...

La cuestión es que no podemos hacer una España nueva, sino que hay que renovar la vieja. Hacer de la vieja semilla, un nuevo árbol frutal.

Un Saludo Chestertoniano.

Lo siento...

*I amar prestar aen (El Mundo ha cambiado)
Han mathon ne nen (Lo siento en el agua)
Han mathon ne chae (Lo siento en la tierra)
A han noston ned gwilith (Lo huelo en el aire)