Ya no se oye ni el piar de los pajaros, ni el gritar de los profesores, ni se oyen las protestas inoportunas del sindicalista de turno. Solo se oye el cansancio de las almas y el ferviente deseo de salir de aquellas paredes de hormigón y de aquellos bellos jardines, pues se tornan gris oscuro, como nunca antes habían sido, como los barrotes de una prisión asfixiante.
Como se hace notar en el ambiente que quedan solo 3 días de colegio; solo tres días de sueños rotos al amanecer, solo tres días para ese fin del mundo tan dulce...
Autor: Antonio Rivero Díaz (Yo mismo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario