EL suelo me pesa sobre pies-barro
mientras caminan por surco-alvero
amargo, juntos los cardos de noche
fría y turbia. Me pesan las estrellas
incluso, por angustia y nostalgia
de un caminar despacio, siendo fin
de unos pasos malgastados, banales.
Siempre por zanjas profundas y muertas,
sin aromas ni viento por ligero
que sea. Grietas en alma eterna
de los árboles, de la libertad…
Nunca, nunca llegan, ¡siempre caminos!
nunca vendaval, nunca amor, ¡siempre
grilletes!
Autor: Antonio Rivero Díaz (Yo mismo)
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