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domingo, 14 de marzo de 2010

Hablemos sobre la Historia y el hombre: Nacionalismo





El Nacionalismo es un sentimiento, una ideología, un cúmulo de voluntades ciudadanas que confían en los vínculos de una comunidad unida por unos lazos culturales, de intereses económicos, religiosos, lingüísticos... y que postulan su derecho a constituir un Estado propio que les dirija. Algunos postulan, como el italiano Maccini, en una concepción voluntarista y liberal de nación, en el que los individuos deciden formar parte de una u otra comunidad de personas. Otros, postulan que la fuerza de la nación reside en su común pasado, en sus tradiciones, que indudablemente los conforman como una unidad cultural.

El Nacionalismo progresista es un pensamiento tan respetuoso con la libertad individual como utópico en su realización. La verdadera nación, la comunidad con futuro y estable es aquella que comparte una Historia. A partir de Hegel eso queda mejor revelado, ya que la introducción en el panorama filosófico al ego en su concepción histórica brinda un mayor conocimiento de sus profundidades como persona. Sin embargo un pensamiento tradicionalista en el nacionalismo, aún en una democracia constituida, brinda a la libertad de expresión la posibilidad de que aparezca un concepto de diferenciación respecto a las otras naciones, y en última instancia a otros seres humanos.

El dilema lo encontramos perfectamente reflejado en los sectores nacionalistas de España. Desde la dictadura del general Francisco Franco Bahamonde, hasta el sentimiento separatista de ciertos grupos políticos de algunas autonomías, se ha visto el intento de diferenciación. El nacionalismo dentro de nuestro país pretende brindar a esas comunidades hispánicas, y a su conjunto, una identidad diferenciadora, una concepción de comunidad excluyente, bajo el pretexto de la opresión de la historia del Reino Español sobre las distintas comunidades o bajo el pretexto de una comunidad unida y pujante desde el casamiento de Isabel y Fernando, los reyes católicos. 

Nos olvidamos, sin embargo, que ante todo somos humanos, que las diferencias de carácter nacional nos hacen ser ricos culturalmente, nos confieren un sentido de pluralidad verdadera, y además nos permiten aún en esas desigualdades nacionales, encontrar el valor universal de la verdad. Necesitamos un sentido de respeto, de confluencia y no de imposición democrática. La barbarie fascista, la pobreza, los genocidios, el aborto... todo proviene de la incomprensión de la importancia fundamental de la humanidad, una dignidad ontológica basada en la verdadera igualdad, en la verdadera fraternidad y en la verdadera libertad. Parece ser que el hombre ha perdido el sentido del amor. Prefiere vivir con sus contiendas nacionalistas, tratando de diferenciarse del resto por sus particularidades culturales e intentando suprimir el crédito de las demás.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Veo que si estas inspirado...

Alexis dijo...

Veo que si estas inspirado, pero solo en tu blog...

Máximo Silencio dijo...

Ya, y tus dos comentarios muestran tu enfado, pero esto es una opinión política y no metafísica, inferior, y por lo tanto, digno solo de mis divagaciones personales. No te agobies si todavía no sale nuestro blog. Estoy preparando un texto que pronto estará escrito y pronto será digno de nuestro espacio filosófico. Ten paciencia.

Un Abrazo (y no te enfades)

Lo siento...

*I amar prestar aen (El Mundo ha cambiado)
Han mathon ne nen (Lo siento en el agua)
Han mathon ne chae (Lo siento en la tierra)
A han noston ned gwilith (Lo huelo en el aire)