
Quisiera callar para siempre, que el silencio de los desiertos de arena, que el silencio de los bosques sombríos, que el silencio de la noche en la estepa rusa me invadiera. Que su abrazo de fuego y disimulo me abrasara con la eternidad. Quisiera que el silencio del mar en calma, con sus tímidos sonidos de agua y sal, cicatrizaran la herida que ha producido este mundo en mi corazón. Quisiera elevarme hacia la muerte y encontrar consuelo en las infinitas praderas del infierno y que este solo sea fuego y que el demonio se diluya tras la guerra de mi alma con lo tenebroso. Ojalá que Dios me rescate de este sufrimiento. Ojalá el mundo no existiera, que fuera tragado al unísono por el atronador sonido de un inmenso órgano bañado de púrpura.
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