
Muchos dicen que la masonería u otras organizaciones controlan el mundo, que el origen de que la experiencia religiosa padezca su mayor crisis no solo es causa del adormilamiento de los hombres sino de fuerzas gubernamentales con poca ética y delirios de poderes morales ilimitados. La verdad que si todo esto es cierto, a mí me importa un comino.
¿Y por que me importa un comino? En primer lugar, porque sus estratagemas no podrán hacerse con todo lo humano que habita en nuestros corazones. En segundo lugar, porque los hombres de buena ley nos hemos tranquilizado y por lo tanto, ¿quienes somos nosotros para quejarnos de esta situación sí hemos sido los irresponsables que la han permitido?. Y por último, ¿qué más dará que jueguen con fuego, cuando todos sabemos que quien es temerario con los peligros, acaba resultando herido?.
Mi convicción es sencilla, si tienen tanto poder, que lo usen a su antojo, mientras nosotros, los hombres libres, vivamos las creencias que poseamos con la coherencia debida; que más dará que asedien nuestras almas cuando todos sus intentos serán inútiles; que más dará que sus insidias pretendan arrastrar a nuestros amigos, cuando nuestra amistad los hace invulnerables, que más dará que crean poseer el mundo, cuando su vara de poder no es más que un palo de madera carcomido por la vanidad y el odio inservible.
Que jueguen mientras puedan con nuestras vidas, pero que se atengan a las consecuencias, que quien busca halla, aunque no sea lo que espera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario